A todos nos gusta sentir que somos especiales, que nuestro caso es diferente y nuestras circunstancias distintas de las de los demás. Pero lo cierto es que, tras ver muchas iniciativas de negocio y analizar las mías propias, nos parecemos más de lo que a veces queremos admitir. Un artículo para poder superar, eficazmente, los problemas de su compañía.
Fuente: Recursos para Pymes www.recursosparapymes.com
Una de esas cosas en las que muchas iniciativas son similares es en los “cuellos de botella” de la actividad, es decir, en esos factores que son los que principalmente nos lastran a la hora de conseguir más clientes.
He aquí tres de esos cuellos de botella, en mi opinión pueden representar fácilmente los principales problemas del 80% de pymes.
La buena noticia es que si actuamos sobre ellos estaremos actuando sobre los factores que más resultado nos pueden dar.
Cuello de botella 1. La oferta.
Lo sé, sé que lo hacemos mejor que los demás y que no entendemos muy bien cómo pueden elegir a otros que son claramente más mediocres.
La realidad es que muchas veces no somos imparciales igual que un padre no es imparcial con su hijo y siempre le parece el más guapo y el más listo.
Todos los emprendedores tenemos que afrontar tarde o temprano que nuestra oferta debe ser diferente de la de los demás, diferente en un sentido superior, que proporcione algo que importe al cliente y no se ofrezca en casi ninguna otra parte.
Aunque creemos que tenemos esa ventaja competitiva nos negamos a ver que quizá no sea tan buena. Lo he visto docenas de veces y yo mismo he experimentado esa ceguera de creer que tenemos algo bueno entre las manos cuando no es realmente así.
Si los interesados llegan pero no nos acaban eligiendo, es muy posible que nuestra oferta no sea muy destacable.
Y si queremos un negocio sostenible a largo plazo lo tenemos que cimentar en esa base sólida y dejar de autoengañarnos para echar el resto donde los demás se quedan parados.
Cuello de botella 2. Incapacidad de generar interesados.
Hablando en plata significa que no somos capaces de traer suficiente gente hasta nuestra puerta y el teléfono no suena tanto como nos gustaría.
Ese cuello de botella se produce principalmente porque:
- Las labores de Marketing son difusas, no tienen un plan de marketing con objetivos claros y sólo se dedican los recursos y el tiempo que sobra cuando las demás obligaciones nos lo permiten (o lo que es lo mismo, se le dedica cero esfuerzo real)
- No publicitamos y llevamos nuestro nombre hasta el último rincón cada día… Tener una empresa es como estar en medio una habitación abarrotada donde todo el mundo grita, salta e intenta hacerse oír por encima de los demás. Están ya muy lejanos los tiempos en los que bastaba fabricar algo y los clientes ya venían. Hoy día esto se parece más a una lucha a cuchillo.
Si no tenemos esa mentalidad de que tenemos que llevar nuestro nombre hasta el último rincón, y la ponemos en práctica, no vamos a ningún lado.
El emprendedor que llega sabe que está en el negocio de vender, y por eso llama, visita, envía mensajes y se promociona como si la vida le fuera en ello.
Porque la vida (la de su empresa) le va realmente en ello.
Cuello de botella 3. Olvidarse de los clientes
Alguien nos compra, cobramos el dinero, damos la mercancía y ¿cuál es el siguiente paso con ese cliente?
El siguiente paso es ninguno, cogemos a aquellos que confiaron y literalmente no volvemos a contactar, ni a preocuparnos, ni a ofrecerles nada. No hay un seguimiento apenas y, a veces solo, cuando estamos muy necesitados y desesperados contactamos con ellos e intentamos endosarles una venta.
No hace falta ser adivino para averiguar cuál es la respuesta la mayoría de las veces.
Cualquier empresa (y yo me miro el primero) puede actuar sobre esos cuellos de botella y le será mucho más rentable que estar buscando la “gran nueva estrategia de moda”.
Es en lo básico y en lo fundamental donde está la clave para conseguir más resultados, no hace falta la última tecnología ni al gurú de turno, hace falta sinceridad, arremangarse y meterse de lleno a trabajar.
Esta es mi propuesta. Repase esos tres cuellos de botella, después haga una lluvia de ideas respondiendo a la pregunta de qué podría hacer para mejorar en cada uno de esos ámbitos.
Reúna las tres listas y quédese con una o dos cosas, una o dos solamente que sean las más importantes. Desglóselas en actividades concretas y actúe, actúe ya, no espere a después del verano ni a dentro de 15 días.
¿Suena simple? Bien, porque es lo que realmente va a dar resultado.
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